
Eugenio Barba/Fotografía: María Teresa Adalid
Por: María Teresa Adalid
El 1 de octubre de 1964 Eugenio Barba funda el Odin Teatret en Oslo, después se traslada a Dinamarca y tras vencer la indiferencia local, se afianza con su teatro-laboratorio en Holstebro. Los primeros actores del Odin eran jóvenes rechazados de las escuelas de teatro tradicional. La compañía tomó como referencia el modelo de Jerzy Grotowski y se concentró en la visión pedagógica transitando por diversos continentes. Barba desarrolló la estética del arte, la antropología teatral, el Tercer Teatro (teatro asocial, una realidad teatral diferente) y es fundador de la ISTA (International School of Theatre Anthropology). El Odin ha soportado los estragos del tiempo y continúa ejerciendo en su período de madurez. Eugenio Barba es un visitante asiduo a nuestro país y el último espectáculo que presentó fue Kaosmos en1996. Respecto a su nueva visita a México, el director emitió algunos pensamientos acerca del oficio teatral.
El origen
Comenzamos como teatro de aficionados en Noruega, después se trasladó a Dinamarca aceptando la invitación de una pequeña ciudad de nombre Holstebro, a 400km de las grandes ciudades, ahí desarrollamos lo que era nuestra necesidad y cierto tipo de teatro; claro que no podíamos vivir dando espectáculos en esas pequeñas ciudades, así que viajamos a países extranjeros, Europa primero y después en América Latina. Para nosotros algunas ciudades y países son parte integrante de esa geografía profesional y emocional que constituye la orientación de cada uno de nosotros, algunos lo llaman equidad cultural, otros nación, o su país, con una cierta sobra de nacionalismo, pero a veces es muy diferente. La gente del Odin está constituida por actores y colaboradores que vienen de quince diferentes países de Asia, Latinoamérica, Europa, Norteamérica. La verdadera patria es el trabajo, las relaciones entre nosotros, pero sobre todo las relaciones con esos espectadores que visitamos cada vez que tenemos un nuevo espectáculo.
Columnas portadoras de la visión
Tengo que decir que cuando leo un libro de Taviani, Ruffini, o Savarese yo tengo otra visión de lo que es el teatro de cuando leo a muchos otros historiadores, ellos son buenos sólo que no piensan de una cierta manera. La diferencia es cuál es tu perspectiva en escribir, no existe una historia neutral, el hecho de que todo lo que concierne la técnica de la antropología teatral hoy es una parte del pensamiento de esa persona, significa mucho, si alguien se alimenta de esos libros va tener otra visión. Yo leí muy joven un libro que ha sido un espectáculo extraordinario, como El príncipe constante de Grotowski o el Teatro Kathakali que he visto, era un libro de Ripellino, se llamaba ‘El maquillaje y la alba’, es la historia de los maestros del teatro ruso, se publicó en 1965, cuando había poca información sobre Meyerhold y los grandes directores; de un lado existe la documentación y por otro lado un estilo extraordinario, ese libro cambió los parámetros y exigencia de cuando leo.

Eugenio Barba/fotografía:Jorge Vargas
Los reformadores
Con la muerte de Grotowski en el año 99 se terminó toda una época del teatro. No nos hemos dado cuenta en los primeros años del 2000. Todas las generaciones jóvenes que encuentro ahora, ya no tienen la misma relación con el pasado de revolución teatral hecha por Stanilslavky, Meyerhold, Copeau, Craig, Eisenstein, Piscator, Brecht, los grandes nombres que cambiaron la forma de pensar y hacer teatro en este continente y todo el mundo. Después existió como 20 años de intermedio donde el fascismo y el stanilismo simplemente mató todo. En los años 60 comienza una nueva revolución. Los primeros que comenzaron fueron el Living Theater norteamericano y Grotowski, que a mitad de los años sesenta ya habían inventado otra manera de usar el teatro. Todos esos reformadores pensaron que el teatro no sólo se ve con los ojos sino a través de ellos, que una vez terminado el espectáculo, dejaba una presencia de otra vida que continuaba en el espectador, a esa vida algunos le llamaron la función social del teatro, que tenía que ser político, hacer reflexionar al espectador sobre su condición existencial, otros pensaron que podría ser arte terapéutico o didáctico. El teatro sigue viviendo como especie de Dios en la memoria y sentidos del espectador. La pasión era resultado de una soledad individual, falta de asimilarse o adaptarse al contexto en que se vivía, todos ellos, no se adaptaron al teatro que existía, inventaron uno; no porque eran originales, sino porque era un problema de construir un asilo lleno de oxigeno donde se pudiera respirar, practicar y tener conocimiento del oficio sólido, esto falta hoy, es evidente.
El teatro toma de posesión
Somos actores de 45 años a 65 años, muy diferentes de cuando teníamos 30. Se trata de adaptar esa pérdida de energía, de manera en que lo que antes era explosión pueda ser implosión. El sentido de nuestra historia, el final de cómo uno muere, es un gran desafío. Vienen muchos jóvenes a nosotros y no podemos enseñar mecánicamente lo que para nosotros era importantísimo porque hoy no funciona. Hablar de luchar contra la injusticia en mi generación tenía un profundo sentido, habíamos visto la civilización europea en su cumbre de horror con Auschwitz, el nazismo, era importante que el teatro fuese una toma de posesión. Hoy sería echar afuera a quien viene, porque son otras necesidades, el desafío es cómo dialogar con jóvenes que piensan de manera diferente y dar clara conciencia de que existe en nuestra anomalía y diferencia algo que te puede ayudar en tu camino. También está ganar nuestro pan, en Europa la situación económica se ha vuelto muy precaria, en Dinamarca tenemos reducción continua de presupuestos. ¿Cómo inventar otras actividades y maneras sin perder lo que fue para nosotros el objetivo de hacer teatro y mantener nuestra libertad?
Lejos de los círculos artísticos oficiales
Yo nunca hice parte de esa gente de teatreros que pensaban que el teatro tenía que ser trasgresor, para mi era una comunidad extrajera, siempre he tenido esa sensación de que el teatro es como una iglesia, separada de la comunidad y cuando entras encuentras otra manera de pensar, comportarse, relacionarte, nada religioso. Yo hacía teatro porque quería cambiar las cosas, tenía una trascendencia, ir a un campo de refugiados políticos o una parte de la ciudad donde la gente vive en miseria, había una trascendencia.

Eugenio Barba/fotografía: Jorge Vargas
Teatro pobre
Estoy seguro que el teatro es una necesidad interior del animal humano. Cada generación e individuo que hace teatro, va a encontrar su solución, porque el teatro va a ser una forma de plegaria, patria, compromiso social, meditación en público, siempre va a satisfacer algunas necesidades. El teatro se puede hacer con nada, no necesita gran tecnología. Un continente que tiene mucho teatro y que es muy ignorado es África, personas hacen teatro y no necesitan dinero para comprar, tienen su presencia, yo pienso que aquí sucede la visión de Grotowski, que el teatro pasa entre dos personas, un actor espectador, eso es fundamental en una época donde la virtualidad y pérdida de la relación en vida se ha vuelto uno de los problemas en nuestros escenarios.
Antropología Teatral
Es el estudio de los principios técnicos del actor. Un bailarín clásico es muy diferente al bailarín de danza moderna, un actor que hace teatro de calle, es diferente al que interpreta textos clásicos. Las formas son diferentes, así que es muy difícil hacer dialogar las formas. Los principios de esas formas pueden dialogar porque todos intentan desarrollar la presencia escénica del actor o bailarín, eso es un oficio. El oficio significa que uno debe saber hacer algo y tiene que seguir algunos principios, los cuales, la antropología teatral ha detectado a través de un estudio comparativo de las diferentes formas.
La intransigencia
El proceso pedagógico tiene dos polos, uno es el aprendizaje en un ambiente que lentamente te condiciona y te hace asimilar principios técnicos. Ethos, en sentido de etología/comportamiento, son los principios que dirigen los comportamientos. Para los griegos antiguos, el comportamiento de cada persona era dictado por su visión de realidad, ética o moral, el ethos es asimilar. Cuando uno trabaja cuatro años de cierta manera, en cierto tipo de silencio y mirada de la parte de quien se toma la responsabilidad de mostrarte el camino hacia ti mismo, todo el tiempo con intransigencia, que es lo que falta hoy, una intransigencia que no es disciplina prusiana o militar, es el deseo de enseñar y mostrar al joven que tienes posibilidades más allá de lo que tu me presentas. Sólo la excelencia al final es lo que tenemos que presentar a los espectadores, pero eso se asimila durante años con alguien que te obliga, porque la naturaleza humana es perezosa. El segundo polo lo llamo ‘el temblor de tierra’. Uno camina, tiene la certeza que tiene como fundamento sólido como tiene que ser el oficio, como se puede hacer y de pronto uno ve ese temblor viendo a alguien que te presenta un resultado y piensa durante el proceso de manera diferente.

Odin Teatret
Teatro en México
No conozco mucha de la producción que se hace en México, conozco personas que a mis ojos son síntoma de una cierta temperatura, que se reúnen y tienen muchas dificultades económicas pero continúan durante muchos años y son capaces de soñar. La parte sumergida de la cultura teatral existe, vive, tiene una red de contactos y actividades, es capaz de invitarme, lo que las grandes instituciones no pueden hacer, lo hacen ellos. El tercer teatro, el teatro sumergido, es la mayoría de las manifestaciones teatrales de este planeta. Lo que me asombra en México es que no ha tenido la misma riqueza de otros países latinoamericanos como Perú, Argentina, Colombia porque hay todo el movimiento en diferentes épocas que a conseguido crear una contra información con lo que sucede, es como si en México después del masacre de las tres culturas ha existido algo que ha impedido esa colaboración o emerger de la actividad teatral alternativa. El teatro en México no ha logrado tener el mismo papel que en otros países latinoamericanos.
La experiencia teatral
Cuando trabajas en el teatro de manera profesional no puedes cambiar al espectador, porque en su vida privada van a vivir y trabajar en lugares diferentes. Es evidente que a nivel de experiencia interior el teatro puede tener el mismo papel que algunos libros poemas y filmes. La experiencia teatral presenta otra realidad, la podemos formular en categorías políticas, justicia, dignidad o en categorías de espiritualidad, de algo que tenga un sentido para nosotros, no que dé un sentido a la vida en general, a nosotros, los actos pequeños y anónimos que hacemos cada día. El teatro va a continuar porque es la oportunidad, el lugar separado donde algunas necesidades del animal humano pueden realizarse.